HISTORIA

ORÍGENES DE LA RAZA
Los perros de tipo terrier tienen unos orígenes muy antiguos. Todo parece indicar que ya convivían con el hombre en la época de los palafitos, y los restos arqueológicos los sitúan en el antiguo Egipto.
Cuando los romanos conquistaron Britania, los terrier ya se utilizaban para la caza en madriguera, tal como explica Arriano en su Commentario (55 a. de C.). Este autor los denomina agassin y no es hasta la Edad Media cuando el doctor Caius, en su obra Canibus Britannicis, les da por primera vez el nombre de terrars y los describe como excelentes cazadores en madriguera, además de alabarlos por ser buenos exterminadores de ratones.
Se considera que en la Edad Media surgen los terrier, una raza de perros pequeños que se utilizaban con esta doble función que también se empleaban en el ratting, una especie de ‹‹deporte›› en el que vencía el can que lograba matar el mayor número de ratones en un determinado límite de tiempo.

El ratting se celebra en un recinto llamado pit, el mismo en el que tenían lugar las peleas de perros, que en aquella época eran completamente legales. A los perros de pelea se les llamaba pit bull terrier, porque se obtenían a partir del cruce entre terrier y molosos (que entonces se conocían todos como bulldog; los canes que se usaban para cazar ratones recibían el nombre de rat terrrier).
Ahora volvamos a la Inglaterra del siglo XVIII. Allí, la caza estaba considerada un deporte de elite, que sólo practicaban nobles y terratenientes, y la clase baja tenía prohibido por ley tener perros de caza. Sin embargo, a los campesinos se les permitía tener pequeños canes, cuya función principal era cazar ratas (en aquella época estos animales constituían una verdadera plaga que muchas ocasiones destruía los escasos recursos alimentarios de los pobres y, además, transmitía enfermedades).
 
Los pit bull –que en sus inicios se conocían como bull and terrier- son producto del intento de eludir la ley mediante la creación de perros de caza (pues en aquel momento el bulldog estaba considerado como tal) con aspecto de terrier. Sin embargo, los terrier de tamaño pequeño se convirtieron rápidamente en los preferidos para la caza del zorro, que había ocupado el lugar de la caza del ciervo (el cual se había alejado de su hábitat por culpa del desarrollo de la agricultura y del inicio de la industrialización). El zorro se cazaba con dos tipos de perros: los sabuesos, que perseguían la presa, y los terrier pequeños, capaces de seguirla hasta el interior de la madriguera.
Los nobles también se aficionaron a la cría de estos animales, y esto ayudó a la tipología terrier a sobrevivir sin problemas incluso después de entrar en el siglo XX, cuando la Royal Society for Prevention of Cruelty to Animals ya había logrado que fueran ilegalizados todas las peleas de animales.
Este hecho significó el fin de algunas de las diversiones populares con mayor difusión: el bull fighting (la pelea de perros contra un toro) y las ya citadas dog fighting y ratting. Pero, naturalmente, una ley no bastó para poner fin a una actividad que agradaba al gran público: el mantenimiento del bull fighting fue bastante complicado pues no podía trasladarse a las cantinas por el tamaño de los toros, pero el dog fighting y el ratting continuaron en la clandestinidad.                
Mientras tanto, el éxito que tenían los terrier pequeños en la caza del zorro despertó el interés de los cinófilos de la época por iniciar la selección de razas caninas propiamente dichas e ir más allá de la simple tipología. Uno de estos cinófilos y aficionados a la caza fue el reverendo Russell (1975 - 1883), conocido también con el nombre de Parson Jack, un excéntrico pastor de Devonshire que no estaba plenamente satisfecho con los fox terrier –que de hecho era la única raza autentica que había en la época- ni con los british terrier, que se utilizaban para los mismos fines.

 Russell, un cinófilo con cultura y conocimientos, decidió crear él mismo una súper raza, para lo cual efectuó los mismos cruces que habían servido para obtener los primeros perros de pelea; es decir cruzó terrier y bulldog.
 A partir de ahí no se tienen datos concretos, ya que en aquel tiempo no se llevaban libros de cría. Es más, se solía trabajar a escondidas para evitar que otros criadores copiaran y lograran obtener perros que dieran el mismo rendimiento.
Lo único que se sabe con seguridad es que Russell consideró como prototipo ideal de la raza a un perro llamado Trump, del que no se sabe si era macho o hembra, y que, según las malas lenguas de entonces, no había sido criado por el reverendo, sino comprado al lechero del pueblo.

 Según los pocos testimonios de la época, Trump tenía las patas cortas y el tronco largo, el pelo áspero y blanco, las orejas negras y una manchita marrón en la punta de la cola.
Lo cierto es que Trump sirvió para dar inicio a un programa de cría que, según Russell, tenía que dar como resultado unos perros ágiles y reactivos, extraordinariamente agresivos y peleones, y de patas muy cortas (para poder entrar en las madrigueras y seguir al zorro por los pasillos y los recovecos de estas, algo que los terrier de la época no eran capaces de hacer).
El reverendo logró el objetivo que se había propuesto y consiguió que sus perros fueran apreciados por todo el mundo por las cualidades de su carácter. Es precisamente a él a quien esta raza, Jack Russell Terrier, debe su nombre.

Sin embargo, desde el punto de vista estético, el resultado no gustó absolutamente a los ingleses, que estaban cautivados por la imagen del fox terrier y, por ello, eran poco propensos a enamorarse de un perro al que se calificaba como <<sin patas>>, entre una mezcla de burla y desagrado. Esto explica que, después de morir el reverendo Russell, se seleccionara una segunda raza de terrier muy parecida al actual Jack, pero con las patas largas (se obtuvo, al parecer, al cruzarlo con el Beagle, aunque no hay certezas al respecto). Esta raza fue llamada Parson Jack Russell Terrier, en honor al reverendo, y, pese a haber nacido después del Jack Russell, fue reconocida oficialmente antes. En realidad gustaba mucho más –aunque no tenía un carácter tan combativo- y, además, la cría del Jack Russell originario sólo la habían continuado algunos fervientes aficionados diseminados por el país, sin ningún programa de cría y con una cierta improvisación al respecto.
En una época bastante más reciente, en los años setenta, el Parson fue perfeccionado con la introducción de sangre Border y Lakeland.

El Jack Russell Terrier continuó siendo criado exclusivamente por aficionados que apreciaban principalmente su carácter fogoso, mucho más audaz que el Parson. Sin embargo, la Federación Canina Internacional (FCI) no se decidió a reconocer la raza hasta los inicios del tercer milenio.
En efecto, el Jack Russell Terrier fue considerado oficialmente una raza en el año 2000, y, en la actualidad, prácticamente ha superado al Parson en las preferencias de los aficionados.
Este fenómeno, sin embargo, se ha registrado en todo el mundo menos en Inglaterra. Los británicos han continuado opinando, durante muchos años, que el Parson era el único Jack Russell que podía ser considerado como tal. Al final han acabado perdiendo es estándar del Jack de pata corta; se han demorado tanto en realizarlo que, finalmente, ha sido redactado en Australia, que se ha convertido oficialmente en el país de desarrollo de la raza.

ROSSI, Valeria, El Jack Russell Terrier, Editorial De Vecchi S.A.U., Barcelona, 2009, pp. 7-13.

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